Chucho Valdes & The Afro-Cuban Messengers: Chucho's Steps

La semiología contenida en el magnífico Chucho's Steps de Chucho Valdes define el carácter de la música antes de haber reproducido el disco. En primer lugar, la referencia al batería Art Blakey y al swing apasionado y feroz de los Jazz Messengers. Luego, el título de la pieza inicial, Las dos caras, que apunta a las dos tradiciones del jazz —americana y afrocubana— que definen su particular estilo, ambas presentes en todo su esplendor. Por último, el título del sexto corte, Yansá, tomado de la orisha que en la mitología cubana controla el viento y los relámpagos. Si Yansá es una fuerza de la naturaleza, también lo es Chucho's Steps: su vigor brota de los altavoces y arrasa todo cuanto encuentra a su paso.

Tras escuchar el disco por primera vez y una vez recuperado el aliento, uno siente la curiosidad de ir a la página de Valdés en AllAboutJazz para comprobar su edad. ¿Cómo es posible que esta música haya sido concebida y ejecutada por alguien que cumplirá 70 años en 2011? Pero la vitalidad y la longevidad son tradición en la familia Valdés: en 2008, Valdés grabó el disco premiado con el Grammy Latino Juntos para siempre (Calle 54) con su padre Bebo Valdes, pianista y líder de sus propias bandas, que en ese momento tenía casi 90 años.

Sea cual sea la pócima de Chucho y Bebo, los Afro-Cuban Messengers también la conocen. Esta banda tiene una marcha imparable. El saxo tenor Carlos Manuel Miyares Hernández y el trompeta Reinaldo Melián Álvarez tocan con la elegante intensidad de antiguos miembros de los Jazz Messengers como el saxofonista Benny Golson y el trompetista Lee Morgan; el bajista Lázaro Rivero Alarcón y el batería Juan Carlos Rojas Castro calientan la caldera a una temperatura de vértigo, asistidos por el percusionista Yaroldy Abreu Robles y los batás de Dreiser Durruthy Bambolé. Una tormenta perfecta.

Y luego está Valdés mismo, uno de los más completos pianistas de jazz de Cuba o de cualquier otra parte, y su personal mezcla de influencias entre las que se incluyen Cecil Taylor, McCoy Tyner, Bill Evans, Red Garland, Abdullah Ibrahim y Jelly Roll Morton. Los teclados supersónicos de Tyner pueden escucharse en muchos de los solos de Valdés, junto con algo de su cromaticismo; el inicio de Yansá recuerda las improvisaciones de Tyner, evocando su introducción a Acknowledgement, del A Love Supreme (Impulse, 1965) de John Coltrane; hay ecos de la lírica de Evans y los bloques de acordes de Garland cuando la música se enfría un poco, como sucede a mitad del álbum en el juguetón Begin To Be Good y brevemente en otros pasajes; Ibrahim está presente en el melancólico Zawinul's Mambo, y Morton en New Orleans (dedicado a la familia Marsalis) y Danzón.

Hay una última pieza de semiología: la foto de portada de Valdés llegando a un cruce bañado por el sol. En su interpretación más literal, la imagen sugiere una intersección de las tradiciones jazzísticas americana y afrocubana. Menos obviamente, evoca la encrucijada espiritual del blues del Delta y otras tradiciones folk: lugares peligrosos capaces de conferir gran poder. Y donde quiera que lo haya conseguido, Valdés tiene ese poder, y sigue en ascenso.

Traducción: Manel Vanaclocha

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